Como sabemos, una de las razones por la que los europeos salieron al mundo fue para conseguir mayores riquezas para sus Reyes y hacerse ricos ellos, y conseguir fieles para la religión católica.
A oídos de los conquistadores, llegó la leyenda que había una ciudad hecha de oro y la búsqueda de ésta fue incansable, hasta que un día por error encontraron una montaña hecha de plata.
EL CERRO RICO, la montaña asesina
La legendaria montaña de los Andes fue desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XVII la mina de plata más grande del mundo, y probablemente también la situada a mayor altitud, los 4.800 metros sobre el nivel del mar de su cima.
En 1545, se abrió la primera mina en la montaña, el sistema empleado era la mita, esclavitud a la que fueron sometidos miles de indígenas haciéndoles trabajar hasta 16 horas diarias en las minas. Cuando estos empezaron a faltar se importaron esclavos africanos, hasta 30.000 hasta finales del sigo XVI.
A partir de 1650 empezó la decadencia, con el progresivo agotamiento de las vetas de plata, la ciudad empezó a perder población y solo se salvó del desastre cuando, a comienzos del siglo XIX se inició la producción de estaño (es un metal de color blanco plateado, muy dúctil y maleable y de estructura cristalina, que se encuentra en la casiterita y se usa en forma de hojalata como capa protectora para recipientes de cobre, para fabricar latas y objetos similares).
Según estimaciones de los historiadores hasta 8 millones de personas pueden haber muerto en el Cerro Rico desde el siglo XVI, ya sea por enfermedades como la silicosis, derrumbamientos u otras causas. Y todavía hoy siguen muriendo, según algunas fuentes hasta 14 al mes, aunque la producción es muy inferior a lo que fue en el momento de su máximo apogeo.
Debido a la gran cantidad de túneles que se la han hecho por dentro en estos casi 500 años de explotación, dicen que la montaña que antes medía 4800 hoy mide apenas 4000.
Unos 15.000 mineros trabajan todavía en Cerro Rico, intentando arrancar a la montaña sus últimas riquezas. Familias enteras, incluyendo niños, viven en las bocas de los antiguos túneles, con una esperanza de vida que no supera los 40 años.
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